miércoles, 7 de mayo de 2014

Libertad (5ª Parte)

Esta ya es la última parte de Libertad, espero que os guste. Por favor, cuando lo leáis responded a la encuesta que esta en la esquina superior izquierda, estará ahí una semana. Y aquí os dejo el final de la historia de Juan y María:

Dicho y hecho. María conducía camino de Cazorla mientras Juan se dedicaba maravillado, a observar el impactante paisaje. Ya estaban en la Sierra de Cazorla y sin saber por qué Juan tenía un mal presagio. Un cartel les indicaba que no podían avanzar más en coche, se bajaron y continuaron a pie. Empezaba a atardecer cuando María se detuvo:
-Éste es el sitio.
Como Juan intuía, no sentía nada, absolutamente nada: aquél no era su bosque. Ya sin saber qué hacer cayó de rodillas, no le quedaban fuerzas para continuar, el día había sido agotador. Entonces María sin saber qué hacer le abrazó, y con palabras de ánimo consiguió convencerle para buscar un hotel en el que pernoctar. Pero Juan se sentía vacío, desesperanzado. Necesetiba compañía y María no pareció sorprenderse cuando pidió en recepción una habitación de matrimonio. La habitación no era gran cosa pero estaba limpia y era acogedora. Juan se tumbó inmediatamente en la cama, pero no lograba dormir. Demasiadas cosas pasaban por su mente. María se acurrucó unos minutos después a su lado, abrazándolo. Fue aquel instante en el que se miraron a los ojos cuando ambos comprendieron que no importaba lo que hubiese pasado aquél día, mientras permanecieran juntos lo demás no importaría. Un beso, largo, apasionado, les permitió conciliar el sueño. Qué poderoso podía llegar a ser un beso, fue el último pensamiento de Juan antes de ser atrapado por Morfeo.

A la mañana siguiente Juan despertó y una luz le cegó. Instantes más tarde consiguió entreabrir los ojos y observar su alrededor: la habitación del hotel ya no estaba, se había convertido en troncos, ramas, hojas, tierra... y el silencio de la noche se había convertido en sonidos, en vida, en un pequeño conejo que se escondía en su madriguera, en un osezno que jugueteaba con una mariposa o en un riachuelo que fluía a lo lejos. Desplegó sus alas y respiró su ansiada libertad, volaba. Por fín volvía a ser un ruiseñor. Debía contarle sin más demora su extraño sueño a su compañera, a su María. Jamás querría dejar de ser un pájaro, nunca renunciaría a su libertad.


4 comentarios:

  1. Juan,
    Gostei muito do modo como desenvolveu o seu conto
    O final foi perfeito.
    Agradeço também seu comentário no meu Blog.
    Votos de um excelente dia

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    Respuestas
    1. Susana,
      Muito obrigado por seu comentário, votos de um excelente día para ti também.

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  2. He estado superintrigada hasta la 5ª parte. Enhorabuena por la historia. Saludos

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