Esta ya es la última parte de Libertad, espero que os guste. Por favor, cuando lo leáis responded a la encuesta que esta en la esquina superior izquierda, estará ahí una semana. Y aquí os dejo el final de la historia de Juan y María:
Dicho y hecho. María conducía camino de Cazorla mientras Juan se dedicaba maravillado, a observar el impactante paisaje. Ya estaban en la Sierra de Cazorla y sin saber por qué Juan tenía un mal presagio. Un cartel les indicaba que no podían avanzar más en coche, se bajaron y continuaron a pie. Empezaba a atardecer cuando María se detuvo:
Dicho y hecho. María conducía camino de Cazorla mientras Juan se dedicaba maravillado, a observar el impactante paisaje. Ya estaban en la Sierra de Cazorla y sin saber por qué Juan tenía un mal presagio. Un cartel les indicaba que no podían avanzar más en coche, se bajaron y continuaron a pie. Empezaba a atardecer cuando María se detuvo:
-Éste
es el sitio.
Como
Juan intuía, no sentía nada, absolutamente nada: aquél no era su
bosque. Ya sin saber qué hacer cayó de rodillas, no le quedaban
fuerzas para continuar, el día había sido agotador. Entonces María
sin saber qué hacer le abrazó, y con palabras de ánimo consiguió
convencerle para buscar un hotel en el que pernoctar. Pero Juan se
sentía vacío, desesperanzado. Necesetiba compañía y María no
pareció sorprenderse cuando pidió en recepción una habitación de
matrimonio. La habitación no era gran cosa pero estaba limpia y era
acogedora. Juan se tumbó inmediatamente en la cama, pero no lograba
dormir. Demasiadas cosas pasaban por su mente. María se acurrucó
unos minutos después a su lado, abrazándolo. Fue aquel instante en
el que se miraron a los ojos cuando ambos comprendieron que no
importaba lo que hubiese pasado aquél día, mientras permanecieran
juntos lo demás no importaría. Un beso, largo, apasionado, les
permitió conciliar el sueño. Qué poderoso podía llegar a ser un
beso, fue el último pensamiento de Juan antes de ser atrapado por
Morfeo.
A
la mañana siguiente Juan despertó y una luz le cegó. Instantes más
tarde consiguió entreabrir los ojos y observar su alrededor: la
habitación del hotel ya no estaba, se había convertido en troncos,
ramas, hojas, tierra... y el silencio de la noche se había
convertido en sonidos, en vida, en un pequeño conejo que se escondía
en su madriguera, en un osezno que jugueteaba con una mariposa o en
un riachuelo que fluía a lo lejos. Desplegó sus alas y respiró su
ansiada libertad, volaba. Por fín volvía a ser un ruiseñor. Debía
contarle sin más demora su extraño sueño a su compañera, a su
María. Jamás querría dejar de ser un pájaro, nunca renunciaría a
su libertad.
Juan,
ResponderEliminarGostei muito do modo como desenvolveu o seu conto
O final foi perfeito.
Agradeço também seu comentário no meu Blog.
Votos de um excelente dia
Susana,
EliminarMuito obrigado por seu comentário, votos de um excelente día para ti também.
He estado superintrigada hasta la 5ª parte. Enhorabuena por la historia. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias. Saludos
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