Nieve en el Valle del
Jerte
No entendía por qué me tocaba
participar en aquellas aburridas excursiones familiares, ni por qué
mi hermano, dos años mayor que yo, siempre lograba escabullirse con
alguna absurda excusa como: “No puedo dejar al perro solo”. En
fin, el viaje en coche sería largo así que cogí mis cascos, mi
música y me transporté al mundo que habitaba en mis pensamientos.
Parecía que era invierno pues los árboles se encontraban cubiertos
por una capa de blanquecina nieve, pero hacía calor... O igual era
la caminata... Entonces me fijé detenidamente en uno de aquellos
árboles, no era nieve: eran flores. Acerqué mi mano para acariciar
aquella belleza... ¡PLAAF! Me desperté bruscamente, mi hermana
pequeña había tenido la brillante idea de despertarme explotando la
bolsa de caramelos que ya se había comido a tres escasos centímetros
de mi cara. La miré enfadado, mientras me ofrecía, sonriente e
inocente, una bolsa de picotas del Jerte. No pude evitar sucumbir en
la tentación y probé una. Otra explosión recorrió mi cuerpo, pero
esta vez de sabor, de placer. Quizás, después de todo, el viaje
fuera a mejor.
Muy bonito Juan. Saludos desde este Valle, el Valle del Jerte.
ResponderEliminarMuchas gracias:)
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