Ambos tienen, en mi opinión, un punto en
común: la complejidad del cerebro humano. Quizás nunca se descubra la verdadera
razón por la cual el copiloto de Germanwings llevó a cabo semejante atrocidad,
quizás tardemos siglos en averiguar las subversivas razones del terrorismo que
tanto horror causa en Occidente y en los países no occidentales. A pesar de que
muchas veces preferimos pasar por alto esto último, ya que nos parece como algo
lejano, que no nos incumbe; de hecho, muchas veces se les tacha de culpables,
olvidamos que en la mayor parte de los casos quienes los gobiernan no han sido
fruto de unas elecciones justas y obviamos su papel de víctimas. No obstante,
también es nuestro problema, queramos o no. Tanto por cuestiones éticas y
morales como lógicas: el odio incita al odio y el dolor a la venganza. Tanto
daño hacen aquellos que dañan como los que callan. Y es en este punto donde la
educación cumple un papel trascendental, y es por ello por lo cual muchos
ataques son dirigidos hacia centros educativos y culturales como la Universidad
de Garissa o el Museo del Bardo, en Túnez. El terrorismo también tiene miedo:
al poder del conocimiento, que tantas batallas ha ganado. En ello debemos
focalizar nuestros esfuerzos: en concienciar a la sociedad, en impedir que lo
incorrecto sea acatado sin cuestionamiento previo como aceptable. Tal vez nos
parezca imposible destruir estas células malignas que azotan los cimientos de
la Humanidad pero, ¿acaso no lo era también el Apartheid o el Nazismo? ¿No
parecía surrealista el derecho al voto de la mujer? ¿No resultaba gracioso el
deseo de poder surcar el cielo? La sociedad nunca será perfecta y creerlo nos
haría pecar de utópicos, sin embargo, nunca debemos infravalorar la innata
capacidad del ser humano a desarrollarse, soñar y luchar. Podemos ser mejor,
debemos serlo. Quedan demasiadas vidas truncadas que merecen ser escuchadas,
demasiada pobreza, dolor y violencia que erradicar.
Es muy posible que mi contribución sea escasa. Pero espero desde lo más profundo de mi ser que sirva para algo, aunque sea para concienciar a una sola persona. Sin más preámbulo, aporto a continuación como pésame a todas aquellas víctimas de la injusticia y a todas aquellas personas que intentaron con ahínco torcer su curso el siguiente humilde homenaje:
"Alto, vuela alto mi pequeña golondrina. Más allá de las nubes y de las estrellas. Mas no olvides cuando estés en el Paraíso, aquellos pedacitos de tu ser que nos regalaste aquí en la Tierra"
Me enorgullece comunicar que el texto anterior ha sido publicado en El Inconformista Digital uno de los periódicos independientes digital más importante del panorama nacional, como carta del lector. Además, cabe la posibilidad de que me convierta en colaborador del mismo. Les mantendré al corriente. A continuación les dejo el enlace, pinche aquí.